sábado, 14 de julio de 2018

Los berrinches o las rabietas

El día de hoy me encontraba súper tranquila y relajada en una plaza comercial, cuando de pronto los gritos de un pequeño de 3 años aproximadamente, empezaron a taladrar mi oído. Arrojó un cono, cacheteó a la abuela, aventó todo cuanto había a su alrededor, se tiró en el piso, cambió de color..., sin lugar a dudas un berrinche. Y qué bochorno para la abuela sin duda, la consumía la pena. Para mí, que no tengo la dicha de ser madre, lo más fácil fue pensar en que me lo dejara un ratito, pero luego razoné y llegué a la conclusión de que es un niño súper chiquito y que probablemente no tiene control de sus emociones. Encontré unas sugerencias bastante prácticas en la revista Despertad! Por qué no intentar esto:
  • Cuando el niño comience su berrinche, tómenlo entre sus brazos —si es posible— e impídanle sin lastimarlo que patalee. No le griten; solo esperen a que pase la tormenta. Con el tiempo, se dará cuenta de que las rabietas no sirven de nada.
  • Establezcan una zona en la que puedan ponerlo cuando tenga una rabieta, díganle que solo podrá salir cuando se calme y déjenlo allí.
  • Si el berrinche es en público, llévenlo a un lugar más privado. No cedan tan solo porque está armando un escándalo; si lo hacen, le darán a entender que puede conseguir lo que quiera con una pataleta.